Esta segunda edición de la cena ha tenido tanta concurrencia como la anterior. Algunos no pudieron acudir, por motivos de salud o de trabajo; pero fueron reemplazados por otros que no estuvieron en la cena anterior.
No pudieron venir: Tory y Marisa por el problema de salud que nos contaban, parece que va mejor, Carlos [Marce], Guillermo [Ruchy], Carla y Leny [Juan Antonio] por exámenes y trabajo.
Eran nuevos: Leo, Jorge, Orlando y consorte, Marta y consorte [todos del tío Nardo] y los dos vástagos de Pablo. Pido perdón por no acordarme de los nombres que no he puesto y, también, a aquellos que me haya podido olvidar.
Leonardo viajó desde Palma de Mallorca. Tenemos que agradecerle el esfuerzo; porque el viaje es largo y cansado y pudimos tener el placer de su presencia.
El lugar, muy bien elegido por los organizadores, Pablo y Rosa, fue el mítico MISERIAS, taberna conocida por la cecina de chivo y el juego de chapas, en la que nuestro abuelo jugó bastantes partidas de cartas y, seguramente también, alguno de nuestros padres y de nosotros mismos.
Las viandas exquisitas y abundantes, el vino de primera, desbordando las copas, y los camareros atentos y pacientes. La conversación alegre y desenfadada, el ambiente de primera clase.
La juerga posterior, este año, ha sido un poco más floja, dada la escasez de lugares de asueto discotequero, adecuados a nuestra edad, necesidades y gustos musicales, en León.
De modo que nos despedimos pronto y bastante enteros, sin haber podido emular a Travolta en la pista de ninguna discoteca.
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